El valor de una silla para la gobernabilidad de un país
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El valor de una silla para la gobernabilidad de un país

El valor de una silla para la gobernabilidad de un país

Fuente: Tribuna Libre

Hay un refrán tradicional que dice que “no importa tanto que hay sobre la mesa, si no lo que hay sobre la silla” y parece acertado recuperarlo ahora que las sillas tienen más importancia que las mesas para la gobernabilidad de España. E importa, y mucho, quién estará -y en representación de qué- encima de la silla. Y no tanto lo que se ponga encima de la mesa, pues lo que en política se dice hoy, tristemente mañana está por ver si se cumple. O peor, si lo que nos han contado, es en realidad lo que se puso encima de la mesa.

Estos días nos van a marear mucho con las consultas a las bases de los principales partidos involucrados en la negociación para la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España. Curiosamente, se pretende desviar la atención con la consulta a los afiliados de PSOE y Unidas Podemos sobre el entusiasmo que despierta el pacto entre ambas formaciones de lo realmente importante; Qué supone en realidad esta acuerdo y el precio del apoyo de ERC a Sánchez. Si es que finalmente respalda su investidura.

La primera maniobra de distracción la encontramos en la pregunta realizada a los afiliados del PSOE, que se sustenta en los diez puntos programáticos que firmaron ambos líderes en menos de 24 horas desde el revés electoral. Puntos tan genéricos y sin desarrollo que los podría suscribir  hasta un votante del PP. Cuando, en realidad, la llave del pacto no está ahí, que ni es un programa, sino en el reparto de poder, de atribuciones y de ministerios entre ambas formaciones.

Si en una pregunta se omite lo principal y se consulta lo obvio, la propia consulta pierde todo sentido, salvo el de guardar las apariencias. Por ello, no extraña que el 92% de las bases del PSOE avalen la coalición con Podemos en una consulta con un 63% de participación. Lo que extraña es que ningún socialista haya puesto el grito en el cielo, siendo que la consulta se ha catalogado por primera vez como vinculante.

De hecho, el único precedente que existe sobre una consulta similar se dio en 2016, cuando Pedro Sánchez buscaba el aval de las bases al pacto de investidura con Ciudadanos. Claro que, en aquella ocasión, la consulta no era vinculante, aunque el resultado fue igualmente favorable.

La segunda maniobra de distracción es justificar con el diálogo la creación de una mesa de partidos para encauzar el mal llamado “problema catalán”. El PSOE, tan dispuesto a revivir muertos que otorguen rédito electoral, decidió exhumar al relator enterrado en noviembre, en espera de que la jugada le permitiera redirigir la atención de los medios y la opinión pública.

Lo que no se nos cuenta es que esa mesa de partidos –dicho así en plural-, nada tiene que ver con la representación del parlamento catalán –elegida democráticamente por los ciudadanos que residen en esa autonomía-, ni siquiera con la representatividad en el Congreso de los Diputados, en el que el peso de cada grupo es proporcional a los ciudadanos a los que representa, y los representantes del independentismo catalán alcanzan con dificultad un exiguo 7%. Esa mesa de partidos, en realidad, lo que busca es que cada partido tenga una silla y todas valgan lo mismo.

La humillación está servida, pero Pedro Sánchez ya ha aceptado taparse la nariz y mirar a otro lado con eufemismos al estilo de Enrique de Borbón; “París, bien vale una misa”. Un protestante que eligió convertirse al catolicismo para poder reinar. La sabiduría popular tiene expresiones más sencillas de entender, como aquella que dice que la voz que el culo emite, no hay arrastre de silla que la evite.

Lo más grave no es la actitud de un oportunista al que los suyos llaman estadista, sino que lo que se nos cuenta poco o nada tiene que ver con la realidad –léase la pregunta realizada a las bases-. O poniéndolo en negro sobre blanco que, tras el silencio de los barones y el apoyo de las bases socialistas a Sánchez, los republicanos catalanes han subido el precio. Ahora, el negociador principal será uno de los impulsores del pulso al Estado de octubre de 2017, y ex número dos de Oriol Junqueras, Josep María Jové. Y aclaran que la mesa de negociación no es de partidos, sino de gobiernos. De igual a igual. Silla frente a silla. Entienden ya la importancia de la silla para la gobernabilidad de un país.

El siguiente movimiento, la entrada de ERC en el Poder Judicial. De ahí a la creación del poder judicial catalán, sólo hay un paso previo; La creación de Consejo de Justicia de Euskadi. No todo iba a ser Cataluña.

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CODA: Por de pronto, ERC se ha desmarcado con una pregunta negativa a sus bases: ¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez, si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?

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Por José Antonio Giménez

Analista de MK Político de Sanserif.es