Ximo Puig y la teoría de la goma elástica
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Ximo Puig y la teoría de la goma elástica

Ximo Puig y la teoría de la goma elástica

Fuente: Tribuna Libre

Tras la configuración del nuevo Gobierno Valenciano, hemos pasado de un ejecutivo de cooperación con dos formaciones representadas, y una que hacía de bastón -unas veces de apoyo y otras para vapulear las políticas emprendidas- al camarote de los Hermanos Marx. Se habla de un tripartido, cuatripartito si desgajamos Unides Podem en sus dos partes; Esquerra Unida y Podem. Y sextipartido – si es que este palabro existe- si deshacemos la coalición Compromís en todos sus integrantes. Una auténtica locura cuya coordinación recaerá en el monje zen Ximo Puig. Un hombre relajado, que no pasivo, al que me parece que le van a hacer perder los nervios en pocas semanas.

Si después de media docena de reuniones, lo único que han conseguido nuestros flamantes gobernantes es repartirse las sillas y ampliar el número de consellerias para contentar a casi todos, imagínense lo que queda con el reparto del segundo y tercer escalón de puestos de gestión del Consell. Sin hablar de asesores, técnicos y responsables de fundaciones varias. Se pondrá a prueba la elasticidad de la Administración o, más bien, del presupuesto del Gobierno Valenciano.

El acuerdo programático del Botànic II tiene, por el momento, 131 medidas frente a las 202 contempladas en la primera edición. Veremos si se cumple la máxima de que nunca segundas partes fueron buenas. Por el momento, el modelo de Gobierno botánico se ha replicado en València, Castellón, Gandía o Elche, pero ha saltado por los aires en poblaciones como Sueca o Villalonga –un ejemplo para cada casa-, por no hablar de Muro de Alcoy, a pesar de las amenazas de expedientes de expulsión. Lo que, por cierto, deja por tierra las promesas de Gobernar para todos y no establecer cordones sanitarios.

Ante tal diáspora de criterios y corrientes políticas, recomiendo a Ximo Puig que se deje de discursos buenistas vacuos y empiece a aplicar la teoría de la goma elástica que, en esencia, viene a decir que a la hora de tomar una decisión complicada –y en este Consell temo que lo serán todas-, en lugar de hacer la lista de pros y de contras de toda la vida, lo ideal es que divida a un lado lo que le sujeta y al otro lo que tira de él.

El riesgo es que la goma no aguante. Y el Presidente de la Generalitat Valenciana y su Gobierno acaben desmembrados. Un efecto boomerang de lo que pretendía el PSPV en la negociación a 3, que en realidad era a 6, si incluimos los integrantes de las diferentes coaliciones que, como bien se ha visto, querían también su cuota del pastel. Sillas para todos. Conselleria de Trasparencia para EUPV, Vicepresidencia para Podem, cargos varios en Les Corts para el Bloc, entre otras evidencias.

El objetivo de los negociadores de Puig era que Compromís y Unides Podem se despedazaran mutuamente por las migajas y las consellerias lesivas de imagen o sin contenido, pero le han salido peleones los socios de Gobierno y no se ha conseguido todo lo que se pretendía, por ejemplo, diluir la vicepresidencia de Mónica Oltra con la de Rubén Martínez Dalmau. O dejarla sin portavocía, alegando la excesiva carga de trabajo por asumir también la conselleria de Igualdad y Política Inclusiva, que podría resentirse en su funcionamiento siendo un área social tan importante. Cosa que no les preocupó en la última legislatura, por cierto.

Como suele ocurrir, lo que es bueno para Ximo Puig –y por extensión para los socialistas- no suele ser bueno para el resto de sus socios. Y, desgraciadamente, ese ambiente de confrontación perpetua tampoco será bueno para los valencianos. Cuatro años perdidos, otra vez.

CODA. La ex candidata a la Alcaldía por el PSPV, Sandra Gómez, advertía al inicio de las negociaciones para reeditar el Pacto de la Nau al ya Alcalde, Joan Ribó (Compromís) que las ciudades “no se construyen con una sola mano». Pena que sonara demasiado a teatro, quizá por estar a las puertas del Rialto, porque ni Ribó está manco, ni Sandra Gómez puede exigir nada que no le venga regalado como contrapeso del pacto del Gobierno Autonómico.

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Por José Antonio Giménez

Analista de MK Político

Sanserif.es