La neo-política y el relato perverso de los medios de comunicación
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La neo-política y el relato perverso de los medios de comunicación

La neo-política y el relato perverso de los medios de comunicación

La hornada de jóvenes políticos no profesionales que nos han traído las nuevas formaciones nos han salido de piel sensible y corazón duro. Ante el desahucio de una mujer y su hijos con discapacidad de un 65% de un trastero han reaccionado rápidamente y han redactado artículos de opinión justificando su capacidad de gestión que, entre otros cosas, ha posibilitado el incremento de la vivienda social en la ciudad, las ayudas de alquiler y la renta de emergencia, justamente todo lo que carecía la Sra. Rosario Planas y su hijo. Una pena que desde el Cap i Casal no se dieran la misma prisa en reconocer el error y dar una solución a corto plazo.

El grado de sensibilidad es tal que no tienen reparos en achacar el problema al “relato perverso” de los medios de comunicación que enaltecen la figura de personas anónimas –póngase aquí oenegé de estibadores portuarios que paga de su bolsillo el hotel al que han enviado a Rosario Planas e hijo- frente a una Administración inoperante. Gracias a ese relato perverso podemos agradecer públicamente hoy a los trabajadores del puerto su capacidad de reacción, y también al propio hotel que aportar su granito de arena a la causa también, justo lo que no podemos agradecer a los políticos valencianos encargados de esta gestión.

Claro que lo auténticamente grave es que fuera la regidora de igualdad y políticas inclusivas, Isabel Lozano, ex profesora de periodistas, la autora de estas explicaciones en un artículo publicado en Levante-EMV, titulado “La miseria como noticia”. Un ejemplo claro de asunción de responsabilidad y sensibilidad política.

De ser un caso aislado, no supondría más que un ejercicio de atolondramiento y falta de reflexión al que ya nos tienen acostumbrados los neopolíticos que venían a salvar a los ciudadanos del apocalipsis originado por la política tradicional.

El problema es que la sensibilidad cutánea se ha extendido como la pólvora entre este espécimen endémico del consistorio municipal, como demuestra otra de las justificaciones emergidas de él. Esta vez fue la regidora de habitatge, María Oliver, quien redirigió la responsabilidad de que Rosario y su hijo acabaran viviendo en un trastero a la falta de protección de los inquilinos frente a la subida de precios por parte de los propietarios de las viviendas y la presión sobre el mercado de los apartamento turísticos.

Suele ser más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la vida en el propio, pero cuando se habla de seres humanos no es admisible que la respuesta de los responsables municipales sea la justificación y no el reconocimiento de culpa, la voluntad de rectificación y, sobre todo, arromangarse y ponerse manos a la obra desde el minuto uno. Tiempo habrá para justificaciones y artículos de opinión cuando el objeto para unos, ser humano para otros, de este caso se haya resuelto satisfactoriamente. Y decirle a alguien que no tiene un lugar donde pasar la noche que, en más o menos un mes es posible que tengan una vivienda social disponible, igual no es la respuesta que esperamos de nuestros gobernantes.

Los servicios sociales han fallado. No olvidemos que el hijo tenía una discapacidad del 65% e iba a un centro especializado todos los días y no se detectó el problema.

La Administración ha fallado. Rosario Planas había pedido ayudas a todas las administraciones. Todas esas peticiones las lleva en una bolsa de plástico de la que no se separa en ningún momento. Ninguna solución hay a tanta respuesta. Y, cuando forzadas por los medios, se da una solución, hay que esperar más de un mes…

Menos mal que nos queda la sociedad civil. Seres anónimos que reaccionan en tiempo y forma, como deberían hacer nuestros políticos.

A más de uno, de piel sensible y aspecto cuidadosamente descuidado, le haría falta saber lo duro que es ser un estibador portuario para valorar lo que es trabajar de verdad. Y dar soluciones cuando hacen falta.